POTAJE DE GARBANZOS, ESPINACAS Y BACALAO

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El garbanzo es una legumbre con importantes cualidades culinarias y nutritivas.

El origen del cultivo del garbanzo es discutido. Podría situarse con cierta seguridad en el Mediterráneo oriental, Grecia, Turquía o Siria.

El garbanzo es de una riqueza formidable en lo que a aportes nutritivos se refiere.

Es rico en proteínas, entre 20 y 25% de su peso. Éstas no incluyen todos los así llamados aminoácidos esenciales (no sintetizables por el cuerpo humano), necesarios para la nutrición. Para remediar esta carencia es aconsejable completar las recetas de garbanzos añadiendo a los platos pastas o arroz, una combinación que sí incluye en una sola comida todos los aminoácidos esenciales. El mismo efecto se consigue al acompañar los garbanzos con pan. Otra posibilidad viene también dada por el añadido de carnes o pescados. Como es en el caso del plato que vamos a preparar,

Contienen almidón y lípidos en mayor cantidad que otro tipo de legumbres, sobre todo de ácido oleico y linoleico, que son insaturados y carentes de colesterol.

Hay que señalar su valor diurético, también contienen una importante cantidad de fibra, que ayuda a regular el tránsito intestinal.

Propicios por su alto valor energético y su bajo contenido en sodio.

Poseen a su vez vitaminas (predominan las del grupo B) y minerales, entre los que destacan el calcio, magnesio, hierro, fósforo y potasio.

El garbanzo es un ingrediente importante de la dieta mediterránea. Pueden comerse cocidos, tostados, fritos e incluso en forma de harina. Cuando se compran a granel (secos) deben estar enteros, sin olor y con un color uniforme.

Si se ponen a remojo, los granos deben estar en un recipiente amplio con agua fría y una pequeña cantidad de sal gorda por espacio entre doce y veinticuatro horas, dependiendo del tipo y el tamaño del grano.

En lo que respecta a la cocción, ésta debe ser uniforme, los garbanzos deben ser introducidos con el agua previamente templada y en caso de que se deba añadir más agua, habrá que hacerlo a la misma temperatura (templada).


El potaje es un plato a base de verduras y legumbres cocidas en abundante agua. El que vamos a preparar hoy tiene como ingredientes principales; garbanzos, espinacas y bacalao. Las variantes de este plato son innumerables y dependen fundamentalmente de las variedades alimenticias y la disponibilidad regional de los alimentos.

Aunque se puede consumir en cualquier época del año, se considera uno de los platos más encontrados en la gastronomía de «Semana Santa». Debido a la prohibición religiosa de comer carne en este período.

A mi parecer, cualquier día de otoño-invierno es bueno para disfrutar este plato de cuchara tan sano, sencillo, completo y nutritivo.

El potaje se puede preparar de un día para otro. Antes de servir darle un golpe de calor ¡Y listo!


 

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Ingredientes (dos personas):

  • 150 G Garbanzos
  • 150 G Bacalao en salazón
  • 150 G Espinacas frescas (puedes encontrar bolsas con esta misma cantidad)
  • 1 Tomates grandes
  • 1 Cebolla mediana
  • 4 Dientes de ajo
  • 3 Cda Aceite de oliva virgen extra
  • Un pellizco generoso de hebras de azafrán
  • sal
  • Agua
  • 1 Huevo

Preparación:

Uno o dos días antes, desalar el bacalao (pincha la palabra «bacalao» para ver la preparación).

La noche anterior, poner los garbanzos en remojo dentro un cuenco grande, cubiertos con abundante agua fría (al hidratarse aumentan su tamaño).

Cocer los garbanzos a fuego medio, hasta que estén tiernos.

Pelar, lavar y picar fino la cebolla y el tomate.

Colocar un puchero al fuego con aceite de oliva y rehogar la cebolla, añadir los ajos pelados y cortados en láminas.

Incorporar el tomate, freír a fuego medio-alto tres minutos.

Cortar la tajada de bacalao desalado en porciones medianas y agregarla al sofrito anterior. Mover los ingredientes con una cuchara de madera.

Añadir los garbanzos y las espinacas. Rehogar todos los ingredientes unos minutos.

Cubrir la preparación con agua, uno o dos dedos por encima de los alimentos (según preferencia).

Sazonar con las hebras de azafrán y si es necesario, añadir sal.

Dejar cocer a fuego lento  entre media y una hora, para que todos los ingredientes se mezclen y quede un caldo sustancioso.

Cocer el huevo en un cazo con agua y una pizca de sal durante ocho minutos.

Pelar el huevo, trocearlo y añadirlo al puchero. Mezclar los ingredientes para integrar el huevo, dar el último golpe de calor y retirar el potaje del fuego.

Servir caliente.

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