La carne picada da mucho juego en la cocina: tan pronto puede desempeñar un papel estelar en las recetas como un rol secundario, pero de lujo.
La carne picada es un producto económico porque se suele hacer con piezas de segunda categoría o los trozos pequeños de piezas nobles de los que no se pueden hacer filetes. Las partes más utilizadas son la falda, la llana, la aleta o la espadilla. Al comprar carne picada, es preferible que la piquen en el momento de la compra y no guardarla más de 24 horas sin cocinar, siempre en el frigorífico. En caso de comprarla envasada, hay que verificar que se ha envasado el mismo día de la compra. Aunque, la opción idónea es que piquen la carne delante de nosotros, al momento, para poder elegir las piezas que más convengan o gusten.
En el momento de pedir que nos piquen la carne, es importante saber qué utilidad se le dará, para así solicitar que la piquen más o menos veces.
Pediremos que la pasen por la máquina solo una vez, cuando se vaya a emplear para hamburguesas o albóndigas, ya que si el carnicero la pica más veces, la carne quedará muy compacta y demasiado dura. Con un solo pase por la picadora, la carne quedará más esponjosa.
En cambio, solicitaremos que la pasen dos veces por la máquina cuando se tenga la intención de elaborar el relleno de unos canelones, por ejemplo, o cuando se quiera que quede muy picada para agregar a una pizza o a una salsa boloñesa.La carne que se utiliza para la elaboración de éste plato es de ternera y/o vacuno y destaca, por una parte, por presentar un alto contenido en proteínas. No obstante, en un país como España en el que la ingesta de estos nutrientes supera con creces las recomendaciones, esta característica no es relevante para nuestra dieta.
La carne de vacuno, dada su composición, es un alimento muy nutritivo. No obstante, dependiendo de la edad del animal y de la parte del canal que se consuma, existen notables diferencias en su aporte nutricional. A igualdad de peso, la carne de ternera fresca contiene menos grasa y, por tanto, menos calorías que la carne de vacuno mayor. Es más digerible, aunque no tan sabrosa ni nutritiva, ya que contiene más agua. En el vacuno mayor es más abundante la grasa intramuscular.
La carne de vacuno es muy interesante dentro de una dieta variada y equilibrada, ya que contribuye con su aporte de proteínas de alto valor biológico (20 gramos de proteínas por 100 gramos de producto), de minerales (hierro hemo de fácil absorción, yodo, zinc, selenio…) y vitaminas del grupo B, especialmente B2 y B12.
La ingestión dietética diaria de proteínas proporciona la materia prima necesaria para el crecimiento y regeneración de tejidos del cuerpo y ayuda a estimular el sistema de defensas.
La vitamina B12, exclusiva de los alimentos de origen animal, es muy importante en la formación de hemoglobina (proteína que transporta el oxígeno a todas las células del organismo). Su deficiencia origina un tipo de anemia, así como alteraciones mentales.
Como contrapartida, en rigurosos estudios publicados se ha observado que tomar a menudo carnes rojas se asocia a un mayor riesgo de padecer problemas cardiovasculares o a un mayor incremento de la mortalidad por diversas causas, así como ocurre con todos los alimentos, La clave está en respetar las recomendaciones de las autoridades en la materia: Su consumo debe ser ocasional.
Ingredientes (12 unidades):
- 6 Hojas de masa filo de 40x30cm
- 250 G Carne picada de vacuno
- 1/2 Cebolla de tamaño medio
- 1 Diente de ajo
- 1 Cda Salsa de soja
- 1 Cda Miel
- 1/2 Cda vinagre
- 1/4 Cdta Clavo molido
- 3 Anises estrellados
- Aceite de oliva virgen extra
- Pimienta de sichuan (en su defecto, pimienta nega)
- Sal
- Mantequilla
Elaboración:
Pelar, lavar y trocear la cebolla.
Pelar y majar el diente de ajo dentro de un mortero.
Calentar a fuego fuerte una sartén con una gotas de aceite de oliva y dorar la cebolla.
Cuando la cebolla y el ajo se hayan pochado, añadir la carne picada y remover con una cuchara de madera.
Después, incorporar el resto de ingredientes; Salsa de soja, miel, vinagre, clavo molido y anís estrellado.
Salpimentar la preparación y dejarla cocer entre 15-20 minutos, moviendo de cuando en cuando para que la carne se impregne de la mezcla de especias y se cocine uniformemente.
Pasado el tiempo, retirar la sartén del fuego y trasladar la preparación a un plato. Dejar enfriar.
Precalentar el horno 200 C calor arriba y abajo.
Disponer la hojas de masa filo sobre la mesa de trabajo y con unas tijeras o cuchillo afilado cortar todas las hojas por la mitad, obteniendo 12 rectángulos de 20 cm x 15 cm.
Extender una hoja sobre la mesa y poner dos cucharadas del relleno que elaboramos inicialmente sobre uno de los lados más cortos de la masa filo y doblar los laterales más largos hacia dentro para evitar que el relleno se salga. Después, enrollar la masa hasta el final.
Cuando se tenga formado el cilindro, sellarlo. Para ello, pintar el último pliegue con mantequilla previamente derretida.
Proceder del misma manera con el resto de ingredientes, hasta agotarlos.
Cubrir una bandeja de horno con papel sulfurizado y colocar sobre ella todos los rollitos, separados unos de otros. Después, pintar su superficie con mantequilla derretida.
Una vez tengamos todos los rollos terminados y el horno haya alcanzado la temperatura adecuada, introducir la bandeja dentro y hornearlos 20 minutos, dándoles la vuelta a los 10 minutos para que se tuesten de forma uniforme.
Cuando los rollitos hayan adquirido un ligero tono dorado, sacarlos y dejarlos templar sobre una rejilla.
Disponer los rollitos sobre un plato de servicio y presentar si se desea, con salsa de soja.