El limón es una fruta comestible de sabor ácido y extremadamente fragante que se usa principalmente en la alimentación. El limón es el fruto del limonero, un pequeño árbol frutal de hoja perenne que puede alcanzar más de 4 m de altura. Se cultiva al sol, en sitios cálidos, lejos del viento y sin heladas nocturnas. Su riego debe ser abundante, sobre todo en periodo de fructificación. El limonero forma una copa abierta con gran profusión de ramas, sus hojas son ovaladas, coriáceas de color verde mate (5–10 cm), terminadas en punta y con bordes ondulados o finamente dentados. En las ramas presenta espinas cortas y gruesas. Posee una madera dura con corteza lisa y amarillenta muy apreciada en trabajos de ebanistería.
Sus flores, comúnmente llamadas (al igual que las del naranjo) azahares o flor de azahar ( el nombre procede del árabe hispánico azzahár, y éste, del árabe clásico az-zahr que significa flores), presentan gruesos pétalos blancos teñidos de rosa o violáceo en la parte externa. El limón es originario de Asia (Assam, región en el nordeste de India, norte de Birmania y China), fue desconocido por griegos y romanos, siendo mencionado por primera vez en el libro sobre agricultura Nabathae hacia el siglo III – IV. Su cultivo no fue desarrollado en occidente hasta después de la conquista árabe en España, extendiéndose entonces por todo el litoral mediterráneo donde se cultiva profusamente, debido a la benignidad del clima, para consumo interno y de explotación.
El poder terapéutico del limón es muy amplio y ha sido reconocido desde hace mucho tiempo. Ya en el siglo XVII, el limón era considerado digestivo y purificador de la sangre. En el siglo XVIII, antes de que se descubriese el poder de la vitamina C, la flota inglesa en sus travesías viajaba con un cargamento de limones, para evitar que los marineros contrajesen la enfermedad del escorbuto, que se produce por carencia casi total de vitamina C.
El limón es utilizado en multitud de comidas y bebidas, a veces para dar sabor o solo un toque de acidez a un bistec, pescado o guiso. Pero además de su rico sabor en tartas y helados de limón están sus grandiosas propiedades curativas. Su gran aporte de vitaminas le convierte en un gran depurador de toxinas y un implacable bactericida.
Los aportes nutritivos del limón son vitaminas del complejo B (B1, B2, B3, B5, B6 , PP), la vitamina C en gran cantidad y la vitamina P, además de minerales como el potasio, magnesio, calcio, fósforo, sodio, hierro y flúor, bastante agua y algo de fibra. Su bajo aporte calórico, 40 calorías por cada cien gramos, lo convierte en una fruta ideal para dietas hipocalóricas.
Su alto contenido en vitaminas lo coloca en la cumbre de los frutos sanadores por ser un poderoso antibiótico natural. Su gran aporte de vitamina C ayuda a reforzar las defensas evitando y ayudando a combatir multitud de enfermedades.
El alto aporte de vitaminas ayuda al aparato respiratorio a combatir enfermedades que van desde un simple catarro, ronquera o amigdalitis hasta pulmonías, gripes o asma. No solo es efectivo contra los virus del resfriado y la gripe, sino también contra gran variedad de intrusos valiéndose del limonoide terpeno, un componente propio del jugo natural de limón.
Tomar una taza de agua tibia con el jugo de un limón en ayunas nos ayuda a activar los intestinos, mejorando su bombeo además de limpiar y desinfectar todo el tracto intestinal. También esta terapia desintoxica el hígado.
Tiene componentes anti-cancerígenos que impiden la división de las células cancerígenas por lo que sería conveniente incluirlo en nuestra dieta diaria como prevención además de ser un poderoso antioxidante.
El limón equilibra el pH. Aunque el limón es ácido, tiene un efecto alcalinizante en el organismo con lo que es muy beneficioso tomarlo sin endulzar para equilibrar los ácidos.
En la cascara del limón se encuentra la tengeretina, un fitonutriente que es eficaz contra trastornos del cerebro y sistema nervioso, como el Parkinson.
Los limones son ricos en hesperetina que baja el excesivo nivel de azúcar en sangre y alivia los síntomas de las alergias.
También ayuda a cicatrizar todo tipo de heridas, con un gran poder de desinfección.
Se le puede dar uso tanto externo como interno.
En esta página propongo incluir el limón en la dieta como ingrediente esencial presentado en una bella y deliciosa tarta charlota de limón. La charlota (del francés charlotte) o carlota, es una tarta de origen francés. Se elabora forrando un molde de bordes altos con bizcochos de soletilla o savoiardi impregnados en sirope, para moldear la línea exterior del pastel y proporcionarle su aspecto clásico.El relleno consiste en una crema pastelera , crema bávara o mousse con o sin frutas. Es un manjar exquisito y la mezcla de sabores, espectacular; lo jugoso del bizcocho, lo esponjoso y suave de la mousse y lo crujiente del chocolate confieren a este pastel un contraste de texturas fastuoso.
Ingredientes:
- 25 Bizcochos de soletilla o savoiardi
- 250 Ml Nata para montar
- 100 G Queso crema
- Jugo de 3 limones
- 100 Ml Leche
- 250 Ml Leche
- 1 Cda Azúcar Común
- Ralladura de limón
- Chocolate blanco en escamas o gotas
- Ralladura de limón
- 75 G Chocolate blanco para la decoración (opcional)
Elaboración:
Preparar los bizcochos de soletilla o savoiardi como se indica en la receta de éste blog. Para acceder rápidamente a ella, pincha sobre la palabra «bizcocho de soletilla» que encontrarás en el listado de ingredientes.
Hidratar la gelatina en agua fría dentro de recipiente hondo.
En un cuenco amplio verter la nata y comenzar a batir la crema con un batidor varillas (preferiblemente eléctricas), cuando la nata comience a coger cuerpo, añadir el azúcar glas.
Después, incorporar el queso crema junto al zumo de limón y batir hasta integrar por completo.
Calentar media taza de leche (100 ml) en el microondas o en un cazo al fuego.
Escurrir las hojas de gelatina e introducirlas dentro de la media taza de leche caliente, mezclar hasta disolver.
Agregar un par de cucharadas de la crema que se elaboró inicialmente para templar la gelatina, mezclar con unas varillas manuales e incorporar con el resto de crema (para dar color a la preparación, se puede añadir unas gotas de colorante alimentario natural de tono amarillo). Batir la mezcla durante unos minutos y reservar.
Disponer un molde desmontable de 16 cm de diámetro sobre la mesa de trabajo y cubrir la base con papel de hornear cortado a la misma medida (opcionalmente y para conseguir un acabado más profesional y desmoldar la tarta con mayor facilidad, colocar una tira de acetato alrededor de las paredes interiores del molde).
Verter el resto de la leche (250ml) dentro de un recipiente amplio y hondo. Incorporar la ralladura de limón y la cucharada de azúcar común. Calentar unos minutos dentro del microondas (el recipiente debe ser apto para su uso) o en un cazo al fuego.
Sumergir la mitad de los bizcochos uno a uno, dentro de la leche caliente. Cuando hayan absorbido una buena cantidad de líquido, sacarlos y colocarlos muy juntos sobre la base del molde.
Cortar la punta del resto de bizcochos (para que se sostengan mejor sobre la base) y sumergirlos dentro del cuenco con la leche caliente. Colocar una capa de bizcochos pegados a las paredes interiores del aro del molde, hasta cubrirlo por completo.
Verter la mousse de limón en el interior de la corona de bizcochos, aplanar la superficie y refrigerar un mínimo de 4 horas.
Pasado el tiempo, cuando la mousse haya cuajado. Adornar la superficie del pastel con escamas de chocolate blanco y ralladura de limón.
Si opcionalmente decidimos poner el broche final a la charlota, elaborar un cerco de chocolate blanco.
Para ello, colocar estirado sobre la mesa de trabajo una lámina de acetato con la misma longitud que el diámetro de la tarta (en este caso, 16 cm de diámetro y 6cm de altura).
Calentar en el microondas o al baño maría el chocolate blanco.
Disponer una manga de pastelero desechable y llenarla con el chocolate derretido. Cortar la punta de la manga (no cortarla demasiado, se necesita que el chocolate salga en forma de hilo fino) y realizar el dibujo sobre la lámina de acetato, para esta elaboración se realizaron líneas horizontales y verticales. Dejar en la posición inicial unos minutos, hasta que el chocolate temple.
Después, sacar la charlotta del refrigerador y desmoldar (retirar la lámina de acetato si utilizó previamente para forrar las paredes del molde) y presentar sobrer un plato de servicio.
Cuando el chocolate haya templado coger la lámina de acetato y rodear la tarta con ella (el chocolate ha de quedar en contacto con los bizcochos de soletilla). Refrigerar de nuevo el pastel.
Quitar la lámina de acetato cuando el chocolate esté completamente sólido y servir.