Esta es la receta definitiva del pan de leche. No os podéis imaginar lo esponjosos y tiernos que son estos bollitos. Su aroma es maravilloso y su sabor especial.
Son ideales para tomar en el desayuno con mantequilla y mermelada, para el almuerzo acompañado de una loncha de fiambre de pavo o para merendar, rellenos con una lata de atún al natural, lechuga y unas rodajas de tomate. Debido a su sabor suave y su miga tierna y consistente, combinan con multitud de ingredientes e incluso están estupendos tal cual, no siendo necesario añadirles ningún alimento complementario.
El pan de leche es un tipo de pan semidulce de origen francés, ligero pero sabroso, hecho a base de una pasta con huevos, levadura fresca, leche, mantequilla y azúcar. Su corteza es blanda y se dora durante el horneado obteniendo así su color característico, la miga es tierna y esponjosa y presenta un tono pálido. Como el pan básico, suele adoptar múltiples formas, incluso se pueden encontrar con forma de panes anulares.
El pan es conocido como el alimento básico por excelencia de una dieta, no en vano, posee muchas propiedades saludables. Forma parte del grupo de alimentos que constituyen la base piramidal de una alimentación equilibrada. Y durante siglos ha constituido la base de la alimentación de todas las civilizaciones por sus características nutritivas y la fácil obtención de sus ingredientes, los cereales. Gracias a su composición, cubre una parte importante de las necesidades diarias de energía y nutrientes de nuestro organismo.
Al pan se le atribuye el falso mito de que “engorda” y muchas personas piensan que suprimir el pan es una de las mejores formas de corregir el sobrepeso o la obesidad. Sin embargo, el no consumir pan de forma habitual puede contribuir a desequilibrar de manera importante la dieta y si no se sustituye por otra fuente importante de hidratos de carbono complejos (como el arroz u otros cereales) es fácil que aumente el porcentaje total de calorías provenientes de alimentos ricos en grasas o proteínas, alejándose así de las recomendaciones respecto a una alimentación equilibrada en la que cerca del 55%-60% del total de calorías de la alimentación deben proceder de los hidratos de carbono, el 10%-15% de proteínas y el 30-35% restante de grasas.Los cuatro ingredientes básicos (harina, grasa, azúcar y huevos) son los que determinan su valor energético y nutricional. Son alimentos que aportan hidratos de carbono complejos, que aporta a nuestro organismo las energías necesarias para llevar a cabo nuestras tareas cotidianas. También es un alimento rico en proteínas de origen vegetal, fibra y vitaminas del grupo B como B1, B2, B3, B6, así como también contiene ácido fólico. Los minerales que el pan nos aporta son, calcio, hierro, fósforo, potasio, magnesio, sodio, yodo y cinc.
Por todo ello, queda claro que el pan debe formar parte habitual de la alimentación de todas las personas, pudiendo estar presente en todas las comidas del día, desde el desayuno a la cena, eliminarlo de nuestra dieta se convierte en un error ya que como hemos dicho anteriormente si lo consumimos en las cantidades adecuadas es muy beneficioso para la salud. Tan sólo las personas celíacas o intolerantes al gluten (proteína presente en el grano de trigo y otros cereales como el centeno, la cebada y la avena), deben sustituirlo por pan de maíz u otros cereales exentos de gluten.
Las cantidades diarias de pan recomendadas por los expertos en nutrición son de un consumo de entre 50 a 200 gr. de pan al día y, mejor sólo, o acompañado de un poquito de aceite de oliva, queso tierno o fresco, vegetales o fiambres con bajo contenido en gordura como el pavo, ya que suele acompañarse de alimentos grasos a la vez que poco saludables.
Ingredientes:
- 500 G Harina de gran fuerza
- 150 G Huevos (3 unidades)
- 120 Ml Leche
- 70 G Azúcar
- 12 G Sal
- 50 G Mantequilla
- 35 G Levadura fresca
- Nata y leche (acabado)
Elaboración:
Amasar aproximadamente 30 minutos todos los ingredientes excepto la mantequilla y la levadura, a mano o a máquina (en este caso utilizar el accesorio gancho de la batidora de mesa o la panificadora en programa «amasado»). Hasta obtener una masa lisa y elástica, que no se pegue en las manos.
Transcurrido el tiempo, cortar la mantequilla en dados pequeños e integrarla en la masa. Este paso es el más delicado y complicado del proceso de amasado, sobre todo si se realiza manualmente. En este caso, requiere periodos de amasado intercalados con periodos de reposo de la masa, con el objetivo de que ésta se relaje y destense. Si el amasado se ejecuta con máquina, en este paso no son necesarios los tiempos de reposo.
Cuando la masa esté casi lista y la mantequilla se haya integrado y absorbido, añadir la levadura fresca disuelta en una cucharada de leche.
Seguir amasando hasta que la levadura se disuelva por completo y se obtenga de nuevo una masa fina y elástica. Se sabrá que que el amasado ha finalizado cuando la masa se despegue perfectamente de las paredes del recipiente del robot de cocina o, si el amasado es manual, no se pegue ni en las manos ni en la mesa de trabajo. Si no es así, significa que aún le falta tiempo de amasado.
Formar una bola con la masa y dejarla reposar, en un bol untado con aceite vegetal y tapado con un trozo de film transparente, entre treinta minutos y una hora dentro del refrigerador.
Pasado el tiempo, volcar la masa sobre la mesa de trabajo y dividirla en dos, formando un par de bolas con la masa.
Espolvorear la mesa de trabajo con harina y extender una de las bolas con un rodillo de cocina, hasta lograr un disco redondo con un grosor < 0,5cm.
Cortar el disco (como si de una pizza se tratase) en 10 porciones.
Colocar una porción de masa sobre otra, obteniendo finalmente cinco trozos de masa con forma triangular.
Enrollar los triángulos, comenzando por la base del triángulo y terminando en la punta más larga, proporcionando a las piezas la típica forma de croissant.
Disponer unas hojas de papel siliconado (especial horneados) sobre unas bandejas de horno y colocarlas sobre una superficie amplia y que no se vaya a usar durante mínimo de tres o cuatro horas.
Colocar las piezas sobre el papel siliconado, con el último pliegue hacia abajo y dejando un espacio aproximado de 15 cm entre unas y otras.Proceder del mismo modo con la otra bola de masa y cuando se tengan formadas todas las piezas, pintarlas con la mezcla de nata y leche.
Esperar unos minutos a que el lacado quede casi absorbido por el panecillo y cubrirlos con un paño de cocina fino y ligero. Dejarlos fermentar, hasta que hayan doblado su volumen inicial (entre dos o cuatro horas).
Tras el periodo de fermentación, precalentar el horno a 210 C calor arriba y abajo.
Hornear por tandas las bandejas con los panecillos, entre 10 y 12 minutos (es aconsejable verter medio vaso de agua o tres o cuatro cubitos de hielo encima de la bandeja base del horno nada más comenzar el horneado, esto aportará humedad al pan).
Cuando los bollos hayan adquirido un bonito tono dorado, sacarlos y dejarlos enfriar a temperatura ambiente sobre una rejilla.
Una vez fríos, los panes se conservan en perfectas condiciones durante dos o tres días dentro de recipiente cerrados y guardados en un lugar limpio, fresco y seco. Los que no se vayan a consumir en las próximas 48-72 horas, se pueden congelar en bolsas o recipientes herméticos.
Muchas gracias por hacernos partidarios de tu sabiduría culinaria! Todo tiene una pinta estupenda! Ánimo y muchos besos preciosa!
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Engorda el pan de leche .
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Al igual que el resto de alimentos el pan de leche no tiene capacidad para engordar o adelgazar por sí mismo. El aumento de peso es consecuencia de un consumo más alto de energía que la que nuestro organismo demanda.
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