En la entrada de hoy se publica la receta de este delicioso y nutritivo pastel de chocolate con avellanas. Una buena forma de incluir frutos secos en la dieta diaria.
Las impresionantes propiedades de las avellanas se traducen en beneficios para el buen funcionamiento de nuestro metabolismo y cuerpo en general, pero no deben añadirse como un alimento extra en la dieta, sino como sustituto de productos como la bollería industrial o los snack comerciales.
La avellana es el fruto de tipo nuez del avellano. El avellano es cultivable en terrenos húmedos, permeables y profundos con exposiciones soleadas. Es originario del Ponto en Asia Menor y se tiene constancia que ya se consumía en Mesopotamia (en el Neolítico). Los griegos la llevaron a Grecia y de ahí se extendió a otros países.
A España llegó en el siglo XIX. Son tan apreciadas que algunas de ellas tienen su denominación de origen como la Avellana de Reus.
Los principales países productores de la avellana son Turquía, Italia, EEUU, España, Azerbaiyán, China e Irán.
Las avellanas son un fruto del que se aprovecha casi todo: las cáscaras se utilizan como comestible, las hojas dan de comer al ganado, la corteza y las hojas lo utilizan los laboratorios para fabricar coagulante y la madera que envuelve el fruto se aprovecha para tallar pequeños objetos.
Entre sus propiedades la avellana tiene una alta concentración en grasas: del 50 % al 60 %. Además, posee un 10 % de agua, un 5 % de sacarosa y proteínas como la cofilina. Al ser rico en magnesio, vitamina B y Vitamina E, este fruto resulta especialmente eficaz contra el envejecimiento y fortalece el sistema nervioso. Las avellanas, que aportan unas 550 calorías por cada 100 gramos, son una fuente excelente de magnesio y cobre.
Son utilizadas por sus características organolépticas, además de proporcionar calcio, es un alimento energético por su alto contenido de aceite, proteínas y carbohidratos.
Es un fruto saludable que protege del riesgo de enfermedades patológicas y cardiovasculares.
Las avellanas ayudan a la resistencia de los deportistas, porque funcionan a nivel neuromuscular.
Tienen un efecto protector del sistema cardiovascular, ya que disminuyen el colesterol LDL o «malo» y aumentan el HDL o “bueno”. Asimismo, reducen la disgregación de las plaquetas, por lo que contribuyen a disminuir las trombosis.
Las vitaminas y minerales que contienen los hacen ser un excelente antioxidante, es decir, protegen contra el envejecimiento celular y también previenen las enfermedades degenerativas.
Aumentan la conexión nerviosa y el tejido de las neuronas, lo que contribuye en una mayor capacidad de retener conocimientos.
También, tienen una gran cantidad de fibra que contribuye a la movilidad intestinal y a prevenir el estreñimiento.
Contienen ácidos grasos Omega 3 y Omega 6. Éstos son considerados esenciales ya que el cuerpo no puede producirlos, por lo que deben ser incorporados a través de los alimentos.
A su vez, aportan grasa que no es saturada, es decir, que no se quedará adherida a las paredes de las arterias, sino que circulará por el organismo.
Tienen hidratos de carbono complejos y proteínas de origen vegetal, que combinadas con otro cereal, dan como resultado una proteína de buena calidad.
Además poseen propiedades antiinflamatorias.
Su aporte calórico es alto, por lo que hay que cuidar que la porción a consumir no supere el tamaño de un puñado o un cuarto de taza al día.
Ingredientes:
Bizcocho;
- 200 G Harina
- 50 G Avellanas en polvo
- 3 cucharadas colmadas de cacao puro en polvo
- 10 G Levadura en polvo
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 250 G Nata para montar
- 100 G Azúcar glas
- 2 Huevos M
- 225 G Leche
- 1 pizca de sal
Cobertura de chocolate;
- 100 Ml Nata para montar
- 70 G Chocolate negro 70%
- Crocanti de avellana o avellana en granillo
Elaboración:
- Bizcocho;
Engrasar un molde para bizcocho (yo usé un molde desmontable de 25cm)
Colocar la rejilla del horno dentro de él, de tal forma que cuando coloquemos el molde del bizcocho, éste quede a media altura.
Precalentar el horno a 200 C calor arriba y abajo.
Sobre un cuenco, tamizar la levadura junto a la harina, el cacao en polvo y el bicarbonato. Reservar.
En un bol amplio, colocar los huevos con el azúcar. Batir la mezcla (preferiblemente con unas varillas eléctricas a velocidad máxima) enérgicamente entre 10 o 12 minutos. Hasta conseguir una pasta mullida de tono blanquecino que haya aumentado considerablemente su volumen.
Incorporar la nata. Continuar batiendo la mezcla a menos intensidad para así, evitar que reduzca en exceso la mezcla esponjosa que se consiguió inicialmente.
Añadir la leche, el polvo de avellana, la sal y la mezcla de harina, levadura, bicarbonato y cacao. Mezclar todos los ingredientes con mucha suavidad y movimientos envolventes para impedir que la harina desarrolle demasiado gluten y reste esponjosidad al bizcocho.
Verter la mezcla dentro el molde.
Cuando el horno haya alcanzado la temperatura adecuada, colocar el molde sobre la rejilla del horno y hornear la preparación 50-55 minutos.
Pasados los treinta primeros minutos (nunca antes) abrir la puerta para comprobar la cocción del bizcocho, con un testados o palillo. Este paso hay que hacerlo con mucha rapidez para evitar que el horno pierda temperatura y el bizcocho se estropee.
Cuando se compruebe que el palillo sale limpio y el bizcocho está bien cocido, sacarlo del horno.
Dejar el bizcocho dentro del molde 15 minutos.
- Cobertura de chocolate:
Hervir la nata dentro de un recipiente adecuado en el microondas durante uno o dos minutos (depende de la potencia que tenga el aparato) o si se prefiere, en un cazo al fuego.
Cuando la nata alcance el punto de ebullición, retirar de la fuente de calor y añadir el chocolate negro. Dejar reposar el conjunto un minuto y después, mezclar con una lengua repostera o unas varillas manuales hasta que el chocolate y la nata queden completamente fusionados.
Verter la ganache de chocolate sobre el pastel (sin desmoldar).
Esparcir el crocanti de avellana o la avellana en granillo sobre la cobertura de chocolate y dejar enfriar.
Desmoldar cuando el pastel esté totalmente frío (preferiblemente al día siguiente) y servir.