Como manda la tradición popular española, hoy en los hogares de muchas familias se desayunan o meriendan «Torrijas». Se trata de un dulce típico de la Cuaresma y la Semana Santa, que nos seduce con su aroma y sencillez.
Las torrijas, también llamadas popularmente torrejas o tostadas (según la zona geográfica) más parecidas a las que conocemos actualmente, tienen su origen en el siglo XV. Se elaboran con ingredientes muy básicos y asequibles, que se encuentran con facilidad en la despensa de cualquier hogar.
Principalmente se componen de pan, leche, huevos, azúcar y aromas naturales; canela, ralladura de limón y naranja o esencias naturales de vainilla o almendra.
Las torrijas clásicas son, precisamente, las que se bañan en leche hervida con canela y limón, antes de rebozarlas en huevo y freírlas en aceite de oliva. Hay quien, después de pasarlas por la sartén, las bañan en miel o las espolvorean con azúcar. La otra receta más utilizada es la que sustituye la leche por vino dulce. Pero, a partir de ahí, el enorme éxito de este postre ha hecho que muchos reposteros hayan optado por innovar y ofrecer algunas variantes muy interesantes, como las torrijas rellenas de crema, las de té verde o las bañadas en chocolate. En ciertos restaurantes las sirven con nata y fresas, y algunos incluso se han atrevido a hacer torrijas saladas, con queso, pimientos y anchoas, abandonando el campo de los postres para convertirlas en un plato totalmente distinto y revolucionario.
Aquí, en cosmopolitan Cuisine se probarán algunas de estas modernas y provocadoras variantes en un futuro próximo, transmitiendo a través del blog las opiniones y sensaciones obtenidas en la elaboración y degustación de los platillos, para continuar compartiendo deliciosas recetas como la que se detalla en parrafos posteriores.Tras la sencilla lista de ingredientes básicos que componen el dulce más típico de estas fechas, digno de los mejores paladares, residen unos orígenes realmente humildes.
Las primeras referencias históricas a la torrija (o torreja) se remontan al siglo XV. Al parecer, ya en aquel momento se utilizaba este alimento para ayudar a las mujeres recién paridas a recuperar sus fuerzas tras el alumbramiento. Ciertamente se trata de un plato con una gran capacidad para saciar el hambre y aportar energía. Tal vez por eso se ha asociado habitualmente a las torrijas con periodos de abstinencia de determinados alimentos, como siempre se ha considerado a la Cuaresma en la cultura católica. Actualmente, ese concepto está superado, y la torrija se ha convertido, sencillamente, en un dulce más, tradicionalmente elaborado en las fechas próximas a la Semana Santa, aunque en muchos lugares se prepara durante todo el año.
Las torrijas también se han consumido en épocas de estrecheces económicas, en las que se necesitaba un alimento completo y barato que, además, permitiera aprovechar ingredientes que habían sobrado en la cocina y que muchas familias no podían permitirse el lujo de desperdiciar, tirándolos a la basura. De hecho, el pan idóneo para elaborar este dulce debe ser algo duro, de dos o tres días, para que, al mojarlo en leche, la rebanada no se deshaga. A veces se usaba algún sobrante de leche y se reutilizaba el aceite de freír. Para endulzar, bastaba un poco de azúcar, vino o incluso miel, que en ocasiones se mezclaba con agua para obtener una mayor cantidad de almíbar.
Roberto Martín, maestro pastelero de El Riojano, una cafetería con más de 150 años de historia situada en pleno centro de Madrid, recuerda que «originariamente la torrija era el postre que se hacía en cualquier celebración. Se cogía el pan que iba sobrando de días anteriores, y se aprovechaba para las pequeñas fiestas que se hacían en casa, o bien cumpleaños o los domingos después de misa. En época de carencia era lo más socorrido. Pan viejo había en todas las casas, y leche se conseguía a diario en cualquier vaquería. Era la manera más sencilla y de la que habitualmente se «tiraba» para tener un buen recurso alimenticio.
Por otro lado destacar que este postre no solo se consume en España, sino también en otros países de Europa y buena parte del mundo, los cuales cuentan con su propia versión de torrija.
Ingredientes:
- 1 Pieza de Pan especial torrijas de uno o dos días
- 3 huevos
- 750 Ml leche desnatada
- 2 Cda Azúcar
- 3 Ramas de Canela
- 2 Piezas de Anís estrellado (opcional)
- 1/4 Cdta Canela en polvo
- Ralladura de un limón
- Ralladura de una naranja
- Aceite de oliva virgen extra para pincelar
- Sirope de Arce o Agave para presentar (opcional)
Elaboración:
Si se desea elaborar el pan especial para torrijas como se indica en la receta de este blog, pinchar sobre la palabra «pan especial torrijas» que hay situada en el listado de ingredientes. Es recomendable elaborar este pan 24 o 48 horas antes de preparar las torrijas, de ese modo el pan reposara y la miga estará más asentada y consistente.
La noche anterior a la confección de las torrijas se ha de infusionar la leche con los saborizantes, así ésta se impregnará de todos los aromas y estará completamente fría. Es importante que el baño de las rebanadas de pan no se realice con líquido caliente, si se hace de ese modo, el pan podría deshacerse.
Verter la leche dentro de un cazo y agregar el azúcar, la ralladura de limón, la ralladura de naranja, las ramas de canela, la canela en polvo y opcionalmente el anís estrellado. Poner el cazo a fuego alto y dejar que hierva. Una vez alcance el punto de ebullición, apagar el fuego y ponerle una tapadera. Esperar a que enfríe, conservar en la nevera y reservar hasta el día siguiente.
Cortar el pan en rebanadas de 1’5 cm de grosor y colocar tres o cuatro piezas (las que quepan en el recipiente, sin permitir que se amontonen) dentro de una fuente profunda.
Añadir parte de la leche en el interior de la fuente y dejar que las porciones de pan se empapen durante dos o tres minutos, dándoles la vuelta a mitad del tiempo si fuese necesario.
Disponer una rejilla sobre la mesa de trabajo, e ir colocando sobre ella las rebanadas de pan para que escurran el exceso de fluido.
En un recipiente hondo batir un huevo, hasta eliminar las hebras y conseguir una mezcla lisa y homogénea.Poner una sartén o plancha antiadherente sobre fuego medio y cuando alcance el punto más alto de temperatura, pincelar su superficie con aceite de oliva virgen extra.
Tomar las porciones de pan mojadas en leche, rebozarlas en huevo y colocarlas sobre la plancha de inmediato. Dorar las rebanadas por todas sus superficies y después, retirarlas.
Disponer las torrijas sobre un plato o fuente de servicio y dejar enfriar.
Realizar la misma operación con el resto de porciones, hasta terminar con todos los ingredientes.
Una vez frías, presentar las torrijas con sirope de arce, agave, caramelo líquido, miel o simplemente azúcar con canela, según la preferencia de cada comensal.